Opinión

No es yogurt lo que anuncian.

Todo sucedió el domingo 6 de junio, el día de las elecciones que quizá hayan sido de las más importantes y significativas en la historia de nuestro país, en donde el valor que tiene el concepto de democracia cobró más importancia que nunca. En medio de este ambiente electoral que promovía la participación ciudadana, se encontraban varios influencers, en cuyas stories pedían a sus seguidores que les hicieran preguntas y “casualmente” uno de estos cuestionamientos tenía que ver con “¿vas a votar?” o “¿por quién vas a votar?” y “¿qué partido consideras que tiene las mejores propuestas? A los que todos contestaban, que aunque no eran muy aficionados a hablar de política, el Partido Verde era la mejor opción. Cabe mencionar que todo esto lo hicieron en veda electoral.

Esto se hizo viral el día de las elecciones, en donde se mencionaron en redes sociales, los nombres y las cuentas de estos influncers a los que evidentemente les pagaron por promocionar su voto.

En medio de este escándalo, las reacciones de figuras públicas y de la sociedad mexicana, no se hicieron esperar. La escritora Romina Sacre puso un post diciendo que qué pena vender el voto por dinero, mientras que Facundo casi con lágrimas en lo ojos contó la anécdota que vivió hace dos años, donde un partido político le ofreció dos millones de pesos por dos tuits, en donde los “recomendaba” como la mejor opción para que los seguidores del comediante pudieran votar. “Por supuesto que dije que no, porque no vendo mi voto y menos mi opinión”, dijo Facundo en el video que retomaron muchas cuentas y que se hizo viral.

Otro de los muchos influencers que se unieron a estas críticas, fue Arturo Islas Allende. Conductor y ambientalista quien condenó estas actitudes y expresó su opinión sin importar que varios de ellos, son amigos suyos.

El actor Sebastián Rulli, subió en instastories un mensaje en el que dijo que varios colegas estaban vendiendo su dignidad.

Ante todo esto, la sociedad respondió furiosa, condenándolos, escribiendo en sus cuentas que eran unos vendidos, y pidiendo que las marcas no volvieran a trabajar con ellos. Pero, fuera del tema electoral, ¿qué nos dice como sociedad esta situación?

Existen varias premisas que se pueden desarrollar alrededor de este tema. La primera tiene que ver con las desinformación. Evidentemente ninguno de estos 30 influencers estaban enterados de que iba contra la ley lo que estaban haciendo, lo que nos habla de que esas personas que “influyen” tienen una absoluta ignorancia de lo que está pasando en el país. La segunda premisa tendría que ver con pensar que un partido es un cliente potencial que puede pagar, como (literal) una marca d yogur. La tercera tiene que ver con que por dinero, son capaces de todo, es decir que se venden al mejor postor, sin importar las consecuencias, lo que nos lleva a desarrollar la cuarta y última premisa que es que no tienen credibilidad alguna, por lo que cualquiera que pueda pagarles, es digno de recomendar. Además del tema de vender una opinión, una postura y el libre albedrío. El derecho de opinar.

Es por esto, que ahora, ya ninguno tiene una opinión al respecto y ni siquiera se han pronunciado. Es más, hay varios que se han dedicado a boquear comentarios en sus redes. Perdieron su derecho a opinar, a recomendar y a influir. Independientemente de la sanción que tengan, es una oportunidad para la sociedad de cuestionarnos, a quién seguimos, por qué los seguimos y para qué los seguimos.

POR: MARÍA DEL MAR BARRIENTOS
MARIMAR.BARRIENTOS@ELHERALDODEMEXICO.COM

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