Opinión

Los servicios, menos.

Podemos estimar que la economía crecerá menos de 2 por ciento durante 2022, pero en las cifras es muy probable que acabemos con cero, o algo parecido.

Enero 14, 2022.- Comentábamos el miércoles que es difícil esperar crecimiento por parte de la industria, porque tres de los cuatro componentes que la forman, que representan 50 por ciento del valor agregado, no tienen mucha dinámica. Minería, porque depende en casi 80 por ciento de la extracción de petróleo, que no mejora desde hace 18 años; electricidad, porque es un elemento circular: crece cuando el resto de la economía lo hace, debido a que la demanda debe ser igual a la oferta; construcción, que lleva mucho tiempo de caída, y aunque pueda recuperar un poco, no lo hará a gran velocidad. Dependemos entonces de las manufacturas, que sí pueden tener un buen año, pero no demasiado (el crecimiento del principal cliente, Estados Unidos, se está reduciendo) y nada más aporta la mitad, como decíamos.

Pero si la industria no parece tener mucho futuro, los servicios son una tragedia. La razón es sólo una: la reforma de outsourcing, que ha provocado una caída brutal en el sector 56, servicios de apoyo. Seguimos sin tener claro por qué el golpe ha sido tan duro, y por qué la caída de valor agregado en ese sector no se ha compensado con incrementos en otros sectores (los clientes del outsourcing, que han contratado directamente a parte del personal).

Para que sea más claro, el sector incluye servicios profesionales y de apoyo (54, 55 y 56, en la clasificación que utiliza Inegi). El índice de ese sector promedió, entre enero y mayo de 2021, 128.7 unidades (el índice tiene un valor de 100 puntos para 2013). En octubre, estaba en 58.3 unidades. La caída es de -54.8 por ciento, en cinco meses. Pero ese sector tiene un peso de 5 por ciento en el IGAE (en el PIB, pues).

Suponga usted que para 2022 este indicador se mantiene más o menos en el nivel actual, digamos en 58 unidades. El valor promedio de 2021 será de 97.6 unidades. La caída, durante 2022, será de -40 por ciento, que en términos del PIB total representa -2 por ciento.

Los demás rubros ahí la llevan. El comercio está medio punto por encima del nivel que tenía a inicios de 2019. Comunicaciones y transportes, y financieros e inmobiliarios, -1 por ciento contra esa misma referencia. Algo similar le ocurre a gobierno, y educación y salud, como siempre, ronda el cero. Los sectores que siguen caídos son entretenimiento y turismo, -9 y -17 por ciento, respectivamente. Podemos esperar que, terminando la actual ola de ómicron, estos sectores recuperen buena parte de ese déficit, y que los otros rubros crezcan a un ritmo similar al de la economía en su conjunto, como suelen hacerlo.

Si es así, no sería difícil que los servicios, sin contar el problema del outsourcing, crecieran por ahí de 2 por ciento para este 2022, como hemos supuesto para la industria en su conjunto. Pero al contabilizar al sector de servicios de apoyo, la aportación de los servicios resulta negativa, y alcanza a tumbar el PIB total y ponerlo en números rojos, aunque sea por poco (-0.3 por ciento). Hasta este momento, el efecto neto ha sido de medio punto. El IGAE 2021 es -3.9 por ciento menor al de 2018, sin el impacto de outsourcing sería -3.4 por ciento.

Este efecto desaparecerá en la segunda mitad del año, y sobre todo para 2023, y tal vez para entonces podamos hablar de un crecimiento un poco mejor. Claro, si no complicamos más las cosas, por ejemplo: rescatando Pemex, reformando el sector eléctrico, deteriorando aún más el capital humano en los puestos de dirección, etcétera.

Con base en lo comentado en estos dos artículos, creo que podemos estimar que la economía crecerá menos de 2 por ciento durante 2022, pero en las cifras es muy probable que acabemos con cero, o algo parecido. Al final, el problema está en el desplome de la inversión, pero lo platicamos la próxima semana.

Escribe: Macario Schettino / El Financiero 

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