Grandes proyectos.
Es interesante considerar que hemos invertido medio billón de pesos en un incremento de 1% en la conectividad aérea de la capital de la economía número 15 del mundo.
El próximo lunes se inaugurará el aeropuerto de Santa Lucía, ahora llamado Felipe Ángeles. El costo de esa terminal, según publicó El Universal, asciende a 116 mil millones de pesos, mientras que el dinero perdido en la construcción del NAIM, cancelado hace poco más de tres años, sumó 332 mil millones, de acuerdo con la Auditoría Superior de la Federación. No sé si se incluya en la cifra de Santa Lucía el costo de las vialidades y otras formas de llegar a ese remoto lugar (en comparación con el aeropuerto actual y el cancelado).
Todavía hoy por la mañana, el tiempo estimado para llegar a ese aeropuerto, desde la zona sur de la Ciudad de México, era de una hora y media, en el momento de menor tráfico. Hacia las cuatro de la tarde, ya con un poco de lluvia, superaba las dos horas. Desde el mismo punto, la llegada a la terminal 2 del actual aeropuerto era de 25 y 38 minutos, respectivamente.
Se ha llamado aeropuerto internacional al Felipe Ángeles gracias a un vuelo que habrá de Caracas a Santa Lucía. Y cuando digo uno, es uno. No una vez por semana o por día, sino una única ocasión, al menos por el momento. El resto de los vuelos son nacionales, y suman ocho operaciones al día. Como referencia, en 2019 el aeropuerto actual tuvo mil 260 operaciones diarias, y en 2021 fueron 892, debido a la reducción de tráfico por la pandemia. Esto significa que Santa Lucía aporta 1 por ciento de incremento en las operaciones.
Cabe aclarar que en las operaciones del aeropuerto actual se incluyen vuelos de carga, no sólo comerciales. Eso no podrá ocurrir en Santa Lucía por el momento, ya que la terminal de carga no está lista, como otras instalaciones propias de un aeropuerto, pero que seguramente no se requerirán en la central avionera a la que nos referimos. Por ejemplo, un hotel medianamente razonable, en caso de que una lluvia un poco mayor a la de hoy impida moverse hacia la ciudad.
Regresando a las operaciones, es interesante considerar que hemos invertido medio billón de pesos en un incremento de 1 por ciento en la conectividad aérea de la capital de la economía número 15 del mundo. Usted me dirá que esto va a cambiar en el futuro próximo, y que tendremos muchas más operaciones, pero no estoy seguro de ello. Simplemente regresar al nivel de 2019 implica incrementar en 30 por ciento la actividad actual, que no estoy seguro que pueda hacerse en el aeropuerto de la ciudad debido a la caída en mantenimiento, producto de la reducción en ingresos, que se debe a que la TUA ahí recaudada debe usarse para pagar los bonos pendientes por la cancelación del aeropuerto, que representan la mitad de esos 332 mil millones de pesos que se perdieron.
A esto seguramente le apuesta el gobierno, y por eso ha emitido la declaración de saturación de ese aeropuerto, confiado en que el incremento en actividad ocurra entonces en Santa Lucía. El problema es que los usuarios no van a estar dispuestos a usarlo, si deben dedicarle dos horas, o más, para trasladarse. Por otra parte, muchas personas utilizan el aeropuerto de la ciudad porque no existen vuelos directos entre su origen y destino, y este aeropuerto funcionaba como hub. Eso no es posible con dos instalaciones tan separadas y mal comunicadas. Por cierto, el cuento de que también Toluca formaría parte del sistema aeroportuario de la ciudad creo que ya no se escucha.
En suma, tiró el gobierno medio billón de pesos a la basura. La mayoría de la población no lo sabe, como tampoco sabe del billón y medio perdido en Pemex y CFE, de otro billón en Dos Bocas, Tren Maya y transístmico. Todos esos proyectos son basura. Santa Lucía era el mejor, y nos ha dado una ganancia de 1 por ciento.