Entre construir un segundo piso o un futuro brillante.
Uno de los fenómenos más interesantes que identifica Gabriel González Molina, en su libro Switchers S2, es la evolución tanto de los electores como de las personas encuestadas.
Uno de los fenómenos más interesantes que identifica Gabriel González Molina, en su libro Switchers S2, es la evolución tanto de los electores como de las personas encuestadas. Después de que el señor Gallup, a principios de la década de los 30, inventara la pregunta “Si hoy fueran las elecciones ¿por quién votaría usted?”, y año tras año ésta fuera adoptada por todos los estudios demoscópicos, los encuestados ya no eran tan directos. Los profesionales de las encuestas tuvieron que inventar herramientas cualitativas para reinterpretar los resultados cuantitativos a la susodicha pregunta. En lo particular, González Molina inventa una herramienta que indaga qué tan firme es el compromiso del elector con su respuesta. Para el caso de México, esta herramienta le hace llegar a la conclusión de que la simpatía por el Presidente no se traduce en la misma proporción de votos para Morena ni menos para su discípula, Claudia Sheinbaum. La simpatía arriba muy mermada a los votos.
Después de dos elecciones en las que fue derrotado, López Obrador llegó a la campaña de 2018 como fenómeno electoral por su trayectoria, por las inteligentes herramientas de campaña y por la ausencia absoluta de prurito para mentir sobre las cuestiones más básicas de su proyecto. De estas tres características, Sheinbaum sólo comparte la última: la capacidad de mentir sin sonrojarse sobre la naturaleza antidemocrática del proyecto que representa. Con respecto a su trayectoria, la característica más importante es la de ser la alumna más obediente y disciplinada del actual Presidente, quien la tuvo que salvar de la tragedia del Rébsamen en 2017 y del escándalo suscitado por el colapso de la Línea 12 del Metro. Su breve interludio como científica, incluyendo la tesis plagiada de maestría, sólo sirve para subrayar la incongruencia de especializarse en cambio climático y apoyar las políticas retrógradas de este gobierno que exacerban el desequilibrio ambiental.
Esto se confirma por la elección de su propuesta principal: construir el segundo piso de la Cuarta Transformación. Nada más antiecológico que el segundo piso que se construyó bajo la supervisión de Sheinbaum durante la Jefatura de Gobierno de López Obrador. No sólo porque es el clásico ejemplo de lo que se llama un “inductor de tráfico”, es decir, una mejora temporal al tráfico que invita a que más autos circulen y saturen la nueva vía. Pero más sintomático de la naturaleza engañosa de este gobierno es que este trayecto sea gratuito, beneficiando sólo al 20 por ciento de capitalinos que poseen autos. Las adiciones al segundo piso de Ebrard y Mancera fueron más equitativas porque exigen pago. Si la campaña de Sheinbaum quiso referirse a la aspiración clase mediera de construir un segundo piso para la casa propia, ya Xóchitl Gálvez la hizo trizas con su magnífico spot al respecto: “Ellos te prometen el segundo piso de la Cuarta Transformación. Yo mejor quiero ayudarte a que construyas el segundo piso de tu casa”.
Como candidato, López Obrador fue un fenómeno. Claudia Sheinbaum no lo es ni lo será. Ni despierta grandes pasiones ni logra invitar a “hacer historia” ni manda sobre sus seguidores. Por ello, las encuestas que dan más de 15 puntos de ventaja a Sheinbaum sobre Xóchitl son imposibles de creer. O están mal hechas o están contaminadas por dinero de Morena. La diferencia oscila entre 10 puntos, pero las respuestas a temas cualitativos han mejorado sustancialmente a favor de Xóchitl Gálvez.
Dice González Molina: “En el pasado la identidad predominante era abrumadoramente individual. Los electores switchers se guiaban por reflexiones acerca de su bienestar propio. Rumbo al 2024, los electores switchers siguen siendo individualistas, pero comparten un profundo sentimiento de indignación acerca del estado de su identidad colectiva. Esta identidad está coloreada por sentimientos de impotencia, vergüenza, abandono y humillación. En conjunto, estos sentimientos se concretan en un estado emocional de descontento…”.
El fracaso del gobierno en temas que afectan esa “identidad colectiva” a la que se refiere el autor de Switchers S2, como la seguridad, la salud y la educación, ha hecho posible que el elector, descrito en varios estudios como leviatanes, a quienes sólo importaban ellos y sus familias, se encuentre en un estado fluido. En éste no puede ignorar que es a él y a su familia a quienes amenaza y extorsiona el crimen organizado, frente a quien se encuentra totalmente indefenso. Que es a él y su familia a quienes se niega salud y acceso a medicamentos. Que es a él a quien se persigue como científico, a quien se le niegan becas al extranjero y cuyos hijos e hijas reciben una educación de país bananero. La emigración es la única solución individual y por ello ha llegado a números récord. La otra solución es reconocer que no hay solución individual sin solucionar los problemas colectivos más apremiantes. Y para ello, la única vía es votar por Xóchitl Gálvez, por un futuro mejor para todas y todos.
Escribe: Cecilia Soto/ El Universal