Opinión

El fuego ahora sí nos llegó a los aparejos.

El sexto informe del Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) de la ONU es claro y duro: inequívocamente la humanidad y sus actividades son responsables del calentamiento del planeta a un ritmo sin precedentes en los últimos dos mil años, como resultado de las emisiones de gases de efecto invernadero producto de la quema de combustibles fósiles.

Otros datos sobre la huella humana: hace 6 mil 500 años que no había temperaturas tan altas ni en dos millones de años, acidez tan elevada en los océanos como ahora.

La evidencia, dice el informe, es incontrovertible: cambios rápidos y generalizados en la superficie terrestre, la atmósfera y los océanos. Muchos de esos cambios son irreversibles, como el aumento en los niveles del mar y el derretimiento de las capas de hielo.

Olas de calor, inundaciones, incendios forestales, sequías, entre otros impactos, galopan por todo el orbe devastando regiones con un calentamiento de 1.1 grados centígrados.

Prácticamente todos los continentes tienen incendios forestales activos, avivados por vientos y altas temperaturas, los cuales han consumido millones de hectáreas de árboles. Ni las zonas donde el frío impera se han salvado, la Siberia rusa y Grecia arden y aldeas son evacuadas ante el peligro.

En el extremo, inundaciones han asolado países ricos y pobres. Siniestros que han dejado en el desamparo a miles de personas.

Los científicos que redactaron el informe advierten que los efectos se agravarán porque la ecuación es simple: más quema de combustibles fósiles, igual a mayores emisiones de GEI, igual a clima más inestable.

Y no es exageración ni mucho menos amarillismo. Los hechos y el sexto informe del IPCC manifiestan que hacia donde se mire no hay lugar en el mundo que se salve de los golpes extremos del clima. No hay a dónde huir.

Aun así, habrá millones de personas que huirán de lo inhóspito de sus territorios y migrarán hacia otros lugares en una carrera por la supervivencia. También las especies animales terrestres y marinas buscarán cómo sobrevivir.

Habrá quienes no lo logren.

Frente la realidad que proyecta el informe del IPCC, ayer el secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, dijo que éste “es un código rojo para la humanidad”.

Un código rojo porque con las emisiones de GEI como están en los próximos diez o 20 años se alcanzará un calentamiento de 1.5 grados centígrados, pero mantenerlo a tope aún no es imposible.

Guterres es optimista: “Si ahora combinamos fuerzas podemos evitar una catástrofe climática. Pero, como deja en claro el informe de hoy, no hay tiempo para demoras ni lugar para excusas. Cuento con los líderes, gobiernos y todas las partes interesadas para garantizar que la COP26 sea un éxito”.

Así que no rebasar el umbral de 1.5 grados centígrados es ya el más grande de los desafíos de la humanidad y requerirá “reducciones inmediatas, rápidas y a gran escala” de las emisiones de GEI, de acuerdo con los científicos.

Las preguntas son: ¿estarán dispuestas aquellas naciones y empresas petroleras que ven millones y millones de dólares y prosperidad en la explotación de los combustibles fósiles? ¿Las grandes industrias de cárnicos y lácteos, fast fashion y otras más dirán adiós a las ganancias? ¿Las personas se desharán de esos hábitos de consumo insostenibles? ¿Seguirán desperdiciándose los alimentos?

El IPCC ha puesto las proyecciones sobre la mesa para que los tomadores de decisiones actúen: reducir las emisiones lentamente llevará a un calentamiento de 2 grados centígrados, “habrá más sufrimiento para la vida en la Tierra”; si las emisiones no se reducen en las próximas dos décadas, el aumento será de 3 grados, lo cual sería una catástrofe, pero si no caen en lo absoluto, el incremento sería de 4 y 5 grados, un panorama ciertamente apocalíptico e inimaginable.

Los sumideros naturales de carbono están al límite. Los océanos se calientan y acidifican a gran velocidad, comprometiendo su capacidad de absorción, mientras que los bosques son quemados o arrancados de raíz. Hoy la Amazonia emite más CO2 del que absorbe. ¿Por qué? Por la deforestación y los incendios.

La COP26 de Glasgow genera gran expectativa, pero el sexto informe del IPCC, en el que participaron 234 científicos de 66 naciones que revisaron más de 14 mil estudios, deja muy en claro que el presente y el futuro de la Tierra dependen de las acciones que hoy se tomen.

El cambio climático es una emergencia. Y no hay vuelta atrás.

Por: Lorena Rivera / Excélsior 

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