Internacional

El científico que contribuyó a que Uruguay tenga menos de 100 muertos por el coronavirus.

‘Nature’ reconoce a Gonzalo Moratorio como uno de los diez investigadores más importantes de 2020 por el desarrollo de un test de diagnóstico barato y efectivo, que ayudó a su país a contener los contagios del virus

Cuando Gonzalo Moratorio (Montevideo, 1982) vio la película Epidemia, protagonizada por Dustin Hoffman y Rene Russo, descubrió que lo que quería hacer cuando fuera grande era trabajar contra los virus y las enfermedades contagiosas. Tenía 13 años y sus amigos del colegio ya le decían Donatello, como el famoso científico de las Tortugas ninja, porque lo que más disfrutaba hacer en su tiempo libre era resolver problemas e inventar cosas inútiles. Hoy, 25 años después del lanzamiento de la película que determinó el rumbo de su vida y acompañado por los mismos amigos de entonces, Moratorio acaba de ser el único latinoamericano reconocido por la revista Nature como uno de los diez científicos más importantes de 2020 por el desarrollo de un test para detectar el coronavirus que permitió a Uruguay controlar la pandemia de una forma ejemplar en el mundo.

Entre el despertar de su vocación científica y la consagración internacional que otorga un reconocimiento como este, entregado también a científicos de la talla de Tedros Adhanom, director de la OMS, Moratorio publicó 40 artículos de investigación, desarrolló un patente para diseñar virus ARN sintéticos como candidatos a vacunas y entrenó en varios equipos de fútbol. En paralelo a su carrera como científico, que comenzó en la Universidad de la República de Uruguay donde estudió Ciencias Biológicas, Moratorio no dejó nunca de entrenar fútbol. Una lesión de la rodilla lo dejó fuera de la cancha.

Gonzalo Moratorio hizo un máster y un doctorado en biología celular y molecular en la misma Universidad de Montevideo y lleva más de 15 años trabajando en entender la evolución de los virus. Entre 2012 y 2018 el científico hizo su estancia posdoctoral en el Laboratorio de Marco Vignuzzi en el Departamento de Virología del Instituto Pasteur de París. Al terminar, regresó a Uruguay con la ilusión de montar su propio laboratorio y empezar un grupo de investigación que le permitiera poner el conocimiento científico al servicio de la sociedad.

Hoy, Moratorio es el investigador responsable del Laboratorio de Evolución Experimental de Virus del Instituto Pasteur de Montevideo y, además, dirige un equipo de fútbol de la liga universitaria de Uruguay. “Lo que se aprende en el fútbol y lo que intento transmitir a los estudiantes de doctorado y de maestría es que uno debe festejar el éxito del compañero como el propio”, dice Moratorio por teléfono, desde el jardín del laboratorio donde él y la investigadora Pilar Moreno desarrollaron la prueba diagnóstica de coronavirus que ha permitido que Uruguay tenga menos de 100 muertos después de ocho meses de pandemia. “Tal vez no tuve suficiente coraje para estar en una línea de fuego, como los médicos intensivistas al lado de los pacientes, pero he podido contribuir con la generación de conocimiento y en el desarrollo de herramientas que están salvando vidas”.

Pregunta. ¿Cuál fue el origen de los tests y cómo los desarrollaron?
Respuesta. Al comienzo de la pandemia recibimos de España e Italia mensajes de lo que nos iba a pasar. Vimos cómo las fronteras se empezaron cerrar y cómo los aviones se detuvieron. Los insumos para hacer pruebas iban a ser muy difíciles de conseguir. Eran escasos y costosos. Entonces, en el Instituto Pasteur de Montevideo decidimos diseñar nuestros propios tests con los materiales y la tecnología que había en Uruguay. Al final, conseguimos una receta fácil de reproducir, que tenía la misma sensibilidad y especificidad de cualquiera de los tests que recomendaba la OMS.

P. ¿Qué los diferencia de otras pruebas de diagnóstico?

R. Nuestros PCR son autónomos y soberanos. No necesitamos de ningún gran laboratorio, ni de ninguna farmacéutica para realizarlos. Eso es una ventaja porque, por ejemplo, los tests de Roche solo funcionan con los equipos de Roche y los equipos de Roche solo analizan tests de Roche. Pasa igual en otros casos. Nuestros tests son para todo tipo de equipos, son abiertos y son gratuitos porque los financiamos con recursos públicos y de cooperación internacional.

P. ¿Cuántos tests han hecho?

R. Al principio de la pandemia pusimos el 40% de todas las pruebas que se hicieron en Uruguay, luego el 30%. En total hemos desarrollado casi 150.000 tests. Hay que tener en cuenta que Uruguay tiene tres millones de habitantes, y se han hecho alrededor de medio millón de pruebas. Es de los países que más tests realiza por cada caso positivo detectado.

P. ¿Cómo lo lograron?

R. En las mesas de los políticos hubo que tomar decisiones muy importantes. Teníamos dos opciones: o traer absolutamente todo de Corea del Sur, técnicos, insumos, cientos de miles de pruebas, o apostar a que nosotros en Uruguay las podíamos construir sin depender de nadie más. El país escogió lo segundo. Logramos tener miles de tests desde el día del primer contagio. Eso sirvió para hacer diagnósticos masivos, trazar los contagios y aislar los positivos. Pudimos contener las muertes, hasta ahora hay menos de 100 fallecidos por coronavirus en Uruguay. También ayudamos a evitar una cuarentena obligatoria que restringiera los derechos individuales.

P. Además del desarrollo de los tests, Naturereconoce la puesta en marcha de laboratorios para detección del virus en todo el territorio, ¿cómo fue esa experiencia?

R. Sí, para nosotros lo más importante fue poder capacitar a un montón de estudiantes de maestría y doctorado para que se dispersaran por el país y nos ayudaran a montar laboratorios de diagnóstico en todos los hospitales públicos. Cada sitio nos hacía un inventario del equipamiento que tenían disponible y con eso nosotros armábamos pequeños centros de detección para contener la expansión del virus.

P. ¿Así lograron detener los contagios masivos en las fronteras con Brasil y Argentina?

R. La disponibilidad inmediata de estos test y la capacidad de implementarlos en todo el territorio ayudaron a contener la pandemia. Las fronteras, sobre todo la de Brasil, que es el país con más contagios de Sudamérica, eran una bomba de tiempo, por eso pusimos laboratorios en esas zonas específicas. Así evitamos que entraran muchos contagios. Sin embargo, mi miedo es que todos esos esfuerzos se vayan al traste porque con el verano la gente se está relajando y los números van subiendo.

P. ¿Cree que es posible replicar estas experiencias en otros países de Latinoamérica?

R. Yo creo que sí, lo más importante es descubrir que en nuestros países podemos generar conocimiento y valor agregado. Es necesario invertir más dinero del PIB en ciencia. Eso se ve reflejado en un crecimiento general de la sociedad. La ciencia es el vehículo para que Latinoamérica mejore su calidad de vida. Ojalá veamos a los países de nuestras latitudes produciendo sus propias vacunas en el futuro cercano.

P. ¿Cuál es su opinión sobre el desarrollo de la vacuna contra el coronavirus?

R. Soy muy optimista, creo que hay candidatas muy buenas, y creo que hay que entender estos tiempos récord de manufacturación y de ensayos clínicos dada la urgencia del momento. Nunca antes el planeta entero estuvo detrás de un mismo objetivo. Sin embargo, soy tremendamente crítico. Creo no debería haber países que tengan mayor tiempo de espera para la vacuna. Ojalá los organismos rectores a nivel mundial pueden distribuir de forma equitativa las vacunas en todo el planeta.
Por: Juan Miguel Hernández

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