De nuevo tembló, ¿coincidencia?, la ciencia responderá
En los tres casos, mismos días y mes: 19 de septiembre. Eso sí, diferentes horarios. Lo curioso, el de ayer, después del simulacro realizado a nivel nacional —como medida de prevención—, como el de hace cinco años.
El susto se repitió. A las 13:05 horas de ayer, un sismo de magnitud 7.7, con epicentro en Coalcomán, Michoacán, cimbró la tranquilidad de los mexicanos, además de traer a la memoria colectiva el dolor, el miedo y las pérdidas. Afortunadamente no fue con la destrucción de los terremotos de 1985 ni como el vivido en 2017.
En los tres casos, mismos días y mes: 19 de septiembre. Eso sí, diferentes horarios. Lo curioso, el de ayer, después del simulacro realizado a nivel nacional —como medida de prevención—, como el de hace cinco años.
Ya nos dirán los investigadores del Servicio Sismológico Nacional de México a qué se debe esa coincidencia y como lo dijeron en conferencia de prensa, así como en la cuenta de Twitter de la UNAM, pueden abrirse nuevas líneas de investigación científica, “con seriedad y metodología. En la ciencia, las nuevas preguntas requieren respuestas apropiadas”.
Ojalá haya los recursos humanos y económicos para realizar ésa y otras investigaciones referentes a fenómenos naturales y las posibles relaciones entre unos y otros. Lo más importante, en caso de ocurrir alguno en un futuro no lejano, como los sismos de 1985 y 2017, o huracanes como Gilberto (1988) y Patricia (2015), ambos categoría 5, que los gobiernos federal y locales estén preparados para afrontar las consecuencias: destrucción, muerte y damnificados.
Mecanismos hay, pero recursos económicos, ésos siempre son escasos y, lo preocupante, el Fonden ya es historia.
Literalmente, los mexicanos sabemos dónde estamos parados: sobre cinco placas tectónicas o litosféricas que siempre están en movimiento, las cuales, cuando se desplazan, liberan energía, entonces ocurren sismos de baja o alta magnitud.
Sabemos que los terremotos no pueden predecirse, pero hay mecanismos para reducir el riesgo de desastres, como son las alertas tempranas, que, en el caso de nuestro país, tiene un Sistema de Alerta Sísmica Mexicano, cuyo objetivo es “advertir con anticipación a diversas ciudades cuando un sismo ya ocurrido se estima fuerte y puede causar daños”.
Por otro lado, México, al estar rodeado de litorales, ya sea del lado del Pacífico o del Atlántico, está expuesto a tormentas tropicales y huracanes, de ahí la relevancia del Servicio Meteorológico Nacional, que realiza pronósticos y determina de cuándo a cuándo será una temporada de huracanes. Eso permite saber a qué atenerse.
Por supuesto, no son todos los fenómenos naturales que impactan al país, pero son de los más probables de ocurrencia, con consecuencias negativas por donde se le vea.
De ahí la importancia de destinar recursos a la ciencia y a la tecnología, lo ideal sería 5% del PIB y, lo mínimo, 1%, pero en el país no llega ni a eso. ¿Le gustaría saber si hay alguna relación entre los huracanes y los terremotos en México?
Hay dos investigaciones, una de 2011 y otra de 2020, que indican que huracanes y tifones pueden desencadenar terremotos.
Científicos de la Escuela Rosenstiel de Ciencias Marinas y Atmosféricas de la Universidad de Miami, en 2011 hallaron que las lluvias torrenciales son desencadenantes, pues al provocar infinidad de deslizamientos de tierra y erosión severa de los suelos, “eliminan el material del suelo de la superficie de la Tierra, liberando la carga de tensión y fomentando el movimiento a lo largo de las fallas (fracturas en la corteza terrestre)”.
Los investigadores analizaron datos de terremotos magnitud 6 y superiores, así como temporadas de tifones y huracanes en Taiwán y Haití. Estudiaron durante cuatro años los tifones Morakot, Herb y Flossie, a los cuales les siguieron grandes terremotos en las regiones montañosas de Taiwán. Después de Morakot, por ejemplo, azotó un sismo de magnitud 6.2 en 2009.
En el caso de Haití, en 2010 ocurrió un sismo magnitud 7 en la región montañosa, pero año y medio antes la isla fue azotada e inundada por dos huracanes y dos tormentas tropicales.
El segundo estudio fue realizado por científicos de diversas universidades y centros de investigación de Francia, Alemania, Suecia y Taiwán, publicado en la revista Nature en 2020. Retoma el caso del tifón Morakot, considerado uno de los peores en la historia de Taiwán, pues cayeron tres mil litros de lluvia por metro cuadrado, lo cual provocó deslizamientos de tierra y erosión excepcionales; además, 600 personas murieron y tuvo un costo de más de tres mil millones de euros en pérdidas.
El equipo dirigido por Philippe Steer, de la Universidad de Rennes, Francia, analizó estadísticamente los terremotos que le siguieron al tifón y se demostró que hubo “significativamente más terremotos de pequeña magnitud y superficiales durante 2.5 años posteriores al tifón”.
Saber más sobre el comportamiento de los sismos y qué los desencadena ayudará a comprender mucho mejor los riesgos de desastre en México. Sumado a ello, sin acciones contra el calentamiento global, los huracanes y tifones serán cada vez más violentos y con mucha más agua, y ya sabemos lo que podrían ocasionar.
Escribe: Lorena Rivera / Excélsior