Así será el infierno… o menos feo
Si el infierno es como le han hecho creer a la humanidad, sería algo así como la crisis climática provocada por las actividades humanas y la industria petrolera. El infierno en la Tierra tiene múltiples rostros.
Como bien se sabe, la quema de combustibles fósiles para su uso en la generación de electricidad y en la movilidad (sector transporte), principalmente, es en mayor medida la culpable de la crisis del clima por la emisiones de gases de efecto invernadero.
Y es a partir del proceso de la producción petrolera cuando se inicia la cadena de contaminación de suelos, cuerpos de agua y aire, con severos impactos a la biodiversidad y los ecosistemas, tanto en la exploración (búsqueda de yacimientos de petróleo o de gas natural) como en la explotación de hidrocarburos (extracción en tierra o en los océanos).
Pero cuando ocurren desastres, como explosiones o derrames, los daños se exacerban, al grado de convertirse en grandes catástrofes ambientales, en algunos casos con daños irreversibles y en otros se llevan décadas para la recuperación.
En los más de 160 años que tiene la extracción de petróleo, se tienen registros de desastres y el común denominador ha sido la mano del ser humano, ya sea por omisiones o errores.
De entre los desastres petroleros más dañinos al medio ambiente destaca el ocurrido el 3 de junio de 1979. Al realizarse la perforación del pozo Ixtoc-1, “una falla en la circulación del fluido de perforación acumuló petróleo y gas en la tubería, lo que produjo una explosión” y el incendio tuvo una duración de 280 días, debido al derrame de 560 millones de litros de crudo, de esos, el 50% ardió, 16% se evaporó, sólo 5.4% se recolectó y 28% se dispersó; las corrientes marinas llevaron el petróleo a las costas de Campeche, Veracruz, Tamaulipas y Texas, indica el reporte del Centro Nacional de Desastres.
La pesca y captura de camarón y ostras, así como los manglares y marismas en Campeche se vieron gravemente afectados por este desastre, cuya recuperación tardaría décadas, de acuerdo con un reporte publicado en la revista Scientific American (14 de julio de 2010).
En 2010, el Golfo de México sería, nuevamente, escenario de otro gran desastre. El 20 de abril, la plataforma petrolera Deepwater Horizon explotó y mató a 11 personas. La tubería dañada arrojó 377 mil 514 toneladas métricas de crudo durante 87 días. Científicos de la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA, por sus siglas en inglés) hallaron que 14 mil tortugas marinas y crías murieron a causa del derrame. Además, crustáceos, delfines y ballenas estuvieron expuestos al petróleo, resultado de una cadena de errores de BP.
Y, 11 años después, las aguas del Golfo de México volvieron a incendiarse.
En la madrugada del viernes 2 de julio, un ducto submarino de la plataforma Ku Sierra, del activo integral de producción Ku Maloob Zaap, de Pemex, explotó y se incendió durante varias horas. El mar ardió espectacularmente, como si se tratara de una imagen de película de ciencia ficción. Pero, como bien dice el dicho, la realidad siempre supera a la ficción. No hubo personas lesionadas, sin embargo, aún está pendiente una investigación que detalle el impacto a la vida marina de este evento ocurrido en la Sonda de Campeche. Además, saber qué pasó realmente, porque eso de la lluvia y las descargas eléctricas es dudoso.
Compañías petroleras privadas y estatales buscan y explotan el petróleo y gas en el Golfo de México desde 1930 y mientras se siga dependiendo de los hidrocarburos, omisiones por falta de mantenimiento o errores humanos en el manejo de las máquinas, seguirán latentes los riesgos de desastres en el más grande de los ecosistemas del planeta y también sumidero de carbono: los océanos.
Otro rostro del infierno son las altas temperaturas: en días pasados, Canadá alcanzó 49.6 grados centígrados; el Círculo Polar Ártico se asa con temperaturas por arriba de los 30 grados centígrados y junio fue el mes más caluroso en Nueva Zelanda desde hace más de 110 años.
Lamentablemente, no son ni serán los únicos casos mientras sigan explotándose los combustibles fósiles. Las energías renovables son parte de la solución a la crisis climática, pues no hay una sola empresa petrolera inmaculada. Todas tienen cola que les pisen.
Por: Lorena Rivera / Excélsior