Con nosotras la lucha contra el cambio climático o no será #8M.
El cambio climático, al golpear directamente la riqueza natural (agua, recursos pesqueros y biodiversidad, etcétera).
Hoy se conmemora el Día Internacional de la Mujer bajo el tema: Igualdad de género hoy para un mañana sostenible. Tuvo que pasar mucho tiempo para reconocer que la crisis climática ha amplificado las desigualdades de género existentes; pero, a la par, las mujeres son agentes de cambio en los liderazgos local, regional, nacional y global.
Por ello, debemos asumir que el cambio climático, la justicia climática y la desigualdad de género están estrechamente ligados.
El cambio climático, al golpear directamente la riqueza natural (agua, recursos pesqueros y biodiversidad, etcétera), la escasez o la dificultad de acceder a éstos, tienen serias implicaciones desde una perspectiva de género.
Así como los impactos del calentamiento global ocurren de manera diferenciada entre naciones desarrolladas y aquellas que están en desarrollo, lo mismo sucede entre hombres y mujeres, sobre todo en poblaciones remotas, vulnerables y marginadas.
En comunidades rurales e indígenas, por ejemplo, son las mujeres las encargadas no sólo del cuidado de los hijos, sino también de producir o buscar los alimentos; recolectar tanto agua —la mayoría camina kilómetros y kilómetros para encontrarla—, como algún tipo de combustible para calentar y cocinar; pero los fenómenos meteorológicos extremos, debido a la crisis climática, como huracanes, inundaciones, sequías y olas de calor, están haciendo más difíciles estas tareas.
Asimismo, mujeres y niñas ven comprometida su seguridad, relacionada con el clima, en asentamientos informales en zonas urbanas.
La evidencia es irrefutable: las mujeres y las niñas son quienes sufren los mayores golpes de la degradación ambiental y los desastres naturales exacerbados por los extremos del clima y se profundizan por las condiciones económicas y sociales de sus comunidades, que incluso pueden provocar violencia hacia ellas. De hecho, a nivel mundial, 70% de los pobres son mujeres.
El estudio Vínculos entre violencia de género y medio ambiente: La violencia de la desigualdad (2020), de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, encontró que la degradación de la riqueza natural conduce a la violencia de género, como lo son agresiones sexuales, violencia doméstica y prostitución forzada.
Otro hallazgo del estudio fue que la violencia de género se utiliza como un medio para ejercer control sobre las defensoras del ambiente y los derechos humanos. La violencia contra los activistas ambientales va en aumento a nivel global, pero son las mujeres activistas quienes experimentan “niveles crecientes de violencia específica de género destinada a suprimir su poder, socavar su credibilidad y estatus dentro de la comunidad y disuadir a otras mujeres de presentarse”.
Por todo esto y más, la crisis climática y la desigualdad de género son dos de los temas centrales de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas y el Acuerdo de París incluye disposiciones para garantizar que las mujeres reciban apoyo para hacerle frente a los peligros.
Mujeres, niñas y niños, de acuerdo con cifras de la ONU, tienen mayor probabilidad de morir durante una catástrofe, es decir, son 14 veces más altas que las de los hombres. Son las últimas en buscar y rescatar. Además, están expuestas a estrés sicológico y emocional, y son susceptibles a riesgos laborales, tanto en interiores como en exteriores, en comparación con los hombres.
Un informe del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo de 2019 indicó que, debido a los fenómenos climáticos extremos ocurridos en las últimas dos décadas, la proporción de muerte entre mujeres fue superior a 60 por ciento.
Desde lo local hasta lo global debe incorporarse la visión de género en los planes de respuesta a las catástrofes, así como considerar las vulnerabilidades de mujeres y niñas al momento de diseñar programas de adaptación y mitigación del cambio climático.
Porque ganarle la guerra al cambio climático y garantizar un futuro sostenible —entiéndase como la capacidad de cubrir las necesidades del presente sin comprometer la habilidad de las futuras generaciones para satisfacer sus necesidades— requiere empoderar a las mujeres, es decir, involucrarlas en la toma de decisiones y en la elaboración de políticas públicas climáticas y ambientales. Su participación es fundamental para las soluciones y las acciones. De no hacerlo, se afectará la adaptación tanto de las personas como de las sociedades.
Construir un presente y futuro sostenibles pasa también por reconocer el conocimiento de las mujeres que lideran acciones de adaptación, mitigación y respuesta a las crisis ambiental y climática.
Escribe: Lorena Rivera / Excélsior