¿Has escuchado de la transa maestra?
Garganta profunda apareció de nuevo y me demostró una megatransa en una institución bancaria que nadie hubiese imaginado.
Se trata de Banjercito, que dirige el Gral. Bgda. D.E.M. Ricardo Flores González, que tiene a su cargo la “importación temporal de vehículos” y en una de sus tantas direcciones se encargan de dirigir la licitación, año con año, a sus amigos de Carfax, cuyo CEO es Bill Eager. Se trata de un millón de vehículos al año que, por verificar monopólicamente el VIN (número de serie de un vehículo), paga 200 pesos (10 dólares). No importa que haya quien ofreciera la mitad, Autocheck ofreció un dólar menos y algunos años Instabin ha ofrecido 5 dólares.
Donde está la trampa: la licitación se inhibe, no hay registro en la Función Pública, de Roberto Salcedo, y tampoco hay registro de cuántos de esos vehículos regresan a su país de origen, por ende, no se devuelve el depósito de garantía, pero no se puede disponer de él, ¿o sí?
Estos son vehículos estadunidenses que los rueda en México un ciudadano de EU o un residente permanente de EU y para entrar a la franja fronteriza mexicana se requiere importación temporal y asegurarse de que cubra los requisitos establecidos en la regla de importación temporal 3.5.1, o sea, no robado, no chocado, no incendiado, no inundado, no chatarra, etcétera.
El proveedor de Banjercito, desde que se asignó al banco la importación temporal en 2012, siempre “se aseguran” de que sea Car Information Systems. En ese año se contrató a Carfax con asignación directa, pero los competidores se quejaron y dieron tanta lata que se transparentó.
Se simularon una y otra vez las licitaciones y aunque el precio era más bajo y la calidad la misma, nunca ganaba otro que Carfax y desde el primer año se rumoraba que había dinero de por medio, para revisar con lupa extra toda la información y encontrar causales para dejar fuera a la competencia a como diera lugar. Si querían entrar, había que pagar por fuera. Esa era la realidad. Los expertos podían constatar que la información entregada no tenía falla alguna, pero por fin se enteraron cómo operaba.
En el área de Servicios Bancarios Fronterizos, a cargo de Christian Noé Cuevas González, publicaron la licitación en compranet de una forma curiosa, para facilitar que nadie se enterara, salvo Carfax, para asegurar su gane. De realizar un seguimiento puntual se advierte que realizaron una licitación quemada, por eso nunca la encontraron. ¡Brincó la liebre!
¿Qué es eso? Hace dos semanas, en compranet, estaba publicada la licitación en concluidas o en proceso, y lo que se observa es que la fecha y hora de publicación están desfasadas, ni horas vivas le dieron, ya que le pusieron 12:00 horas en lugar de 24:00 horas.
Una licitación “quemada” se produce cuando se publica la licitación a las 9 de la noche de hoy y dice que se reciben solicitudes a la 1 de la tarde, pero ¡del mismo día!, o sea, al tener una vigencia negativa hicieron adjudicación directa. ¿Se imagina la cantidad de licitaciones que podría revisar el Órgano Interno de Control de cada dependencia? Esto no es transformación, sino pura transa.
Insisto, Se importan de 800 mil a un millón de autos temporalmente al año y Carfax cobra como 7.50 dólares por auto chequeado. Según la licitación “quemada”, el mínimo es de 350 mil vehículos procedentes de EU y 5,000 de Canadá y, máximo 800 mil de EU y 12,000 de Canadá. La importación temporal de vehículos de nacionales o residentes americanos que cruzan la frontera la hacen con registro en Banjercito, considerando que pueden quedarse 6 meses, es una megalana. Se cobran 200 dólares por internación de autos modelo 2000 hacia atrás, 300 dólares por autos 2001 hasta 2006 y 400 dólares por modelos 2007 y posteriores.
Mire. La queja de la competencia es que se haga con reglas claras, con propuestas presentes en día y horas propuestas para la económica y técnica y que gane el que mejor proponga, pero ¿12 años de monopolio? Y queda una interrogante más: ¿cuántos de esos vehículos no se devuelven? Buena pregunta para la AMIA, de José Zozaya.
Escribe: ALICIA SALGADO / Excélsior