Opinión

¡Goya! En defensa de la UNAM

El jueves y viernes pasados, muchos universitarios escuchamos sorprendidos las expresiones del Presidente de la República sobre la Universidad Nacional Autónoma de México: “Afectaron dos generaciones en las universidades públicas, hasta la UNAM se volvió individualista y defensora de estos proyectos neoliberales, perdió su esencia de formación de cuadros y profesionales para servir al pueblo”, “es lamentable que la UNAM se haya derechizado”, “la crítica al neoliberalismo no surgió de la UNAM”, “no estuvieron a la altura”.

Aun cuando en 2018 y en las campañas presidenciales anteriores en las que Andrés Manuel López Obrador participó, una gran parte de la comunidad universitaria (muy probablemente la mayoría) lo apoyó a él y a su propuesta de gobierno, hoy parece haberlo olvidado. Sin duda, el apoyo de los universitarios, profesionistas críticos con una enorme conciencia social, cansados como millones de mexicanos de los eternos problemas irresueltos del país, fue fundamental para el arribo de AMLO a Palacio Nacional.

¿A qué se debe entonces la reciente inclusión de la Universidad en la lista negra de las instituciones que, según el Presidente, le han fallado a México? Lo primero que viene a la mente es su ya conocida visión maniquea, el ver todo en blanco y negro, el asumirse como la salvación, y al resto que no lo apoye incondicionalmente, ponerlos en el cajón de los traidores al pueblo.

La UNAM ha sido uno de los espacios diversos y plurales por excelencia en nuestro país. Ha sido el lugar donde todas las ideas y las personas pueden ser escuchadas y respetadas, donde se debate y se construye sin que ninguna ideología se imponga o se censure y esto, bajo una visión absolutista, no tiene cabida. Al Presidente claramente le gustaría contar con la Universidad como una institución que milite activamente en su proyecto y eso implicaría trastocar su naturaleza y su vocación de formación de profesionistas, de generación de investigación y de promoción de la cultura y las artes con respeto a la libertad de pensamiento y de cátedra.

Por otro lado, este ataque no es más que un nuevo episodio de la dinámica cotidiana de identificar antihéroes, enemigos del pueblo contra los cuales sólo la 4T puede, y de seguir alimentando la idea en sus seguidores de que si se quiere salvar a la Patria, él y su movimiento deben seguir en el poder.

Dicha dinámica también incluye lanzar bombas de humo todos los días para distraer la atención de la opinión pública sobre los verdaderos problemas del país como la inseguridad y la violencia, la economía y el incremento de la pobreza y evitar tener que responder ante su falta de resultados. El Presidente estuvo dieciocho años o más en campaña, se convirtió en mandatario y no ha dejado de hacer campaña: en este gobierno hay mucha política y muy poca administración pública, muy poca capacidad de gestionar y resolver los problemas.

Durante estos días hemos escuchado muchas voces que se han alzado para defender a la UNAM, a su autonomía, a su desvinculación del poder político y se han destacado los múltiples servicios que le presta al país. Para mí, lo más relevante, además de la formación de generaciones de profesionistas que han contribuido al desarrollo nacional, es que la Universidad es uno de los principales motores de movilidad social al ofrecer no sólo una carrera a personas de todos los estratos socioeconómicos, sino la oportunidad de una vida mejor a las y los jóvenes más desfavorecidos.

La UNAM no debe estar a favor o en contra de ninguna ideología, sino seguir formando mentes críticas, libres y con compromiso social que pongan sus talentos al servicio del país. Así ha sido y así debe seguir siendo.

Escribe: Laura Rojas / Excélsior 

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