Opinión

La SEP dio el viejazo.

Se cumplieron 100 años de la creación de la Secretaría de Educación Pública (SEP) y –como se diría coloquialmente– “si (José) Vasconcelos viviera…”, seguro no estaría nada satisfecho con el trabajo que ha realizado esta institución.

Rezago educativo, atraso en los aprendizajes, analfabetismo, deserción de estudiantes y escuelas en pésimas condiciones estructurales son los principales males que aquejan al sector.

Antes de la llegada del covid-19, el sistema educativo mexicano ya padecía estos problemas, los cuales, sin duda, se han incrementado con la pandemia y el confinamiento, agregando, además: estragos mentales provocados por el encierro y la falta de socialización de los alumnos; aumento en la violencia hacia niñas, niños y adolescentes (NNA) por parte de sus familiares; cierre de colegios ocasionados por la crisis económica y el inminente riesgo sanitario.

Pero de los males, el menor. Cada situación de crisis es una oportunidad para mejorar y la SEP se está viendo lenta.

La pandemia por covid-19 ha abierto diversas posibilidades para hacer la reestructuración y el rediseño que la educación en México necesita con urgencia. Las clases en línea llegaron para quedarse y apremia que las escuelas públicas, en todos sus niveles, desde preescolar hasta educación superior, despeguen hacia ese mundo.

En el sector educativo privado tienen más clara esta situación, de hecho, la mayor parte de las escuelas particulares que sobrevivieron –se estima que desaparecieron más de 10 mil planteles en el país, según asociaciones de escuelas particulares– han enfocado sus esfuerzos no sólo en mejorar la infraestructura educativa y adecuándola a las nuevas necesidades de la pandemia, modificando sus espacios para poder tener clases presenciales, sino también a la readaptación de sus planes de estudio.

Dentro de sus nuevas propuestas curriculares se encuentra una formación más humanista, privilegian la inteligencia emocional de los alumnos, crearon clases y talleres extracurriculares de artes, deportes y atención psicológica, además de ponderar la educación inclusiva en muchos casos.

Les falta, sí, pero le llevan gran ventaja al sistema educativo público que tiene las mismas posibilidades para adecuarse de la mejor manera a las nuevas necesidades de la educación y del aprendizaje.

El modelo híbrido era y es necesario que siga, pero de nada sirve si se mantiene el antiguo sistema de enseñanza. Muy poco de la forma en cómo aprendieron las generaciones pasadas podrá servir a las nuevas, más porque ya no vivimos en el mismo tiempo ni en la misma sociedad.

Entender que el cambio urge, es lo primero que requiere la SEP, dejar los discursos a un lado y decir que “vamos bien” o felicitarla por su centenario, no hará los cambios que requiere la educación.

Los estudiantes de ahora necesitan un modelo adecuado de aprendizaje a distancia y presencial, pero también escuelas dignas, maestros capacitados y conocimientos acordes a la realidad mundial.

SINCRONÍA: Hasta el momento la SEP no ha informado cuántos alumnos regresaron o no a la escuela para este ciclo escolar de los más de 5 millones que no se inscribieron el año pasado.

POR: KARINA ÁLVAREZ / El Heraldo de México
K.ALVAREZ.ROSAS@GMAIL.COM
TWITTER: @KAFARK84

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