Opinión

Alerta: los videos en la compu y tablet contaminan.

Estar conectados a internet es una de las huellas más del ser humano sobre la Tierra con impacto ambiental. ¿Por qué? Pues porque internet consume energía, entre el 2 y 4% del total mundial, al usar los distintos dispositivos, en centros de datos y la infraestructura empleada para la transmisión de datos.

Aunque no es tangible, la huella digital de carbono representa el 3.7% de las emisiones globales de dióxido de carbono (CO2), uno de los gases de efecto invernadero (GEI) culpable de la crisis climática, un impacto del que apenas se está hablando y aún no se hace consciente entre todos.

Y cómo no va a ser así, si, de acuerdo con el estudio Digital 2021 de We Are Social y Hootsuite, hay 4 mil 720 millones de usuarios de internet (casi el 60% de la población mundial) y el 55% usa redes sociales.

Con el confinamiento y cierre de actividades causada por la pandemia de covid-19, la vida de la humanidad cambió, al pasar de lo presencial a lo virtual para evitar mayores contagios.

Por lo tanto, el uso de internet, videoconferencias, ver videos y tutoriales a través de YouTube, postear y dar likes en Facebook, tuitear y retuitear, enviar y recibir e-mails y ver series o películas a través Netflix o Disney+ (entre otras plataformas) aumentó y su huella de carbono igual.

Un estudio realizado por las universidades de Yale y de Purdue, así como el MIT analiza además de la huella de carbono digital, también las de agua y tierra asociadas con la infraestructura de internet.

Arrojó que con el confinamiento, el uso de internet aumentó 40% a nivel global y al incrementarse las actividades online se generó una demanda de hasta 42.6 millones de megavatios-hora de electricidad adicional para respaldar la transmisión de datos, alimentar centros de datos y edificios que albergan el hardware, servicios en la nube y aplicaciones.

A pesar de que en 2020 se experimentó una caída de las emisiones globales de carbono por el cierre de actividades, el estudio calcula que de continuar conectados durante 2021, se generarán hasta 34.3 millones de toneladas adicionales de emisiones de CO2 y otros GEI a nivel mundial.

León Palafox, académico de la Facultad de Ingeniería de la UP, explica que una videoconferencia de una hora vía Zoom con video activado gasta alrededor de 12 litros de agua —una unidad de transformación para hacer entendible el impacto ambiental—, pero si se deja apagado, baja a medio litro.

Mientras más se descarguen, compartan y vean videos a través de los e-mail, YouTube, TikTok y otras plataformas, mayor será la huella, indica el académico, porque se consumen más datos y los centros y redes de datos usan más electricidad.

En marzo pasado, Netflix dio a conocer su huella de carbono y una hora de transmisión generó menos de cien gramos de dióxido de carbono equivalente, en 2020. Quizá preguntará si es poco o mucho, pero esta plataforma tienen 203.7 millones de suscriptores en todo el mundo y, en promedio, una persona la usa entre 2 y 4 horas al día, así que eche cuentas. Entretenerse vía streaming también contamina.

Ahora bien, esas películas y series están en los centros de datos, donde hay muchos servidores en espacios que podrían abarcar una manzana completa, generan calor y para que no se calienten y descompongan, como explica Gabriela Jiménez Casas, investigadora del Instituto de Ecología de la UNAM, se requieren sistemas de enfriamiento constante, como potentes aires acondicionados o a través de agua subterránea (sistema de enfriamiento de la supercomputadora de la UNAM), los cuales utilizan energía eléctrica.

Un mail de 10 líneas, dice Jiménez, genera poco CO2, pero si se envía a varios usuarios, más imágenes o videos, el tamaño del mensaje no sólo es más grande, sino también ocupará más espacio en un servidor, por lo tanto, generará más CO2.

Si bien es cierto que la eficiencia energética de los centros de datos y las redes mejoran conforme a la innovación, el uso de la tecnología también debe ser más consciente. Como el hecho de apagar el video en las juntas de trabajo a distancia o usar menos el streaming. ¿Difícil decisión? Quizá, pero algo debe hacerse.

Por: Lorena Rivera/Excélsior 

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