Opinión

Defendiendo el populismo.

El líder populista tiene una gran habilidad para recoger las preocupaciones, deseos y mitos del pueblo.

Es muy común caer en el error de asociar populismo con los actos irresponsables que se cometen desde los gobiernos a los que suele etiquetarse como de izquierda; sin embargo, los hechos contrastan con esa preconcepción.

Si hace un esfuerzo por citar a líderes populistas en el mundo, muy posiblemente tendrá en mente a líderes identificados con ideas comunistas o socialistas; sin embargo, cuando se ven las acciones de líderes políticos como Donald Trump en EU o Javier Milei en Argentina, entonces tendrá muchos problemas para la casilla que le asigna a los populistas en el imaginario popular.

Es necesario redefinir qué es un populista para evitar esas confusiones ideológicas que se van construyendo a través de las ideas poco analizadas que se van desgastando hasta que se convierten en un mito o que, por lo menos, infundan al error.

Recordemos, pues, lo que podrían ser las características de un líder populista partiendo de la base de que pueden estar en cualquier lado del espectro político, ya que ellos tienen su visión puesta en llegar al poder y mantenerse en él. Ésa es su ideología, aun cuando digan que están para servir al pueblo.

El líder populista tiene una gran habilidad para recoger las preocupaciones, deseos y mitos del pueblo. A partir de ahí se convierte en una figura que parece ampliamente empática a las necesidades de la población y que cuenta con respuestas fáciles y rápidas para todos los problemas.

En la mayoría de los casos, estas soluciones suenan prácticamente mágicas o milagrosas, pero caen en el terreno fértil de poblaciones cansadas que pretenden solucionar antiguos problemas de una manera inmediata.

¿Cuántas veces no ha oído a políticos decir que podrían resolver algún problema en 15 minutos o que con ellos cualquier actividad nociva desaparecerá? Un análisis medianamente inteligente sabe que esto no ocurre así; sin embargo, como sucede en todos los fraudes, la gente está dispuesta a creer y, por lo tanto, no hace mayores cuestionamientos.

Estos líderes se rodean de fanáticos radicales, los más crédulos de todos, quienes están dispuestos a casi cualquier cosa con tal de cumplir la visión de su líder carismático. Ese superhumano que merece ser creído con la misma fruición que algunos lo hacen con la divinidad.

Para cumplir con sus metas, el gobernante populista considera que los recursos son ilimitados, puesto que parte de una visión mesiánica que sólo con desear las cosas automáticamente ocurrirán.

Cuando se estrellan a la realidad, los líderes populistas recurren a la carta de culpar a fuerzas oscuras que se oponen a sus proyectos transformadores. Algunas veces son los oligarcas, mafiosos que no desean perder cuotas de poder, enemigos políticos o grupos extranjeros que, en su imaginación, sólo existen para descarrilar sus proyectos por intenciones tan aviesas como inverosímiles.

Los líderes populistas terminan fracasando tarde o temprano. Su estrella se extingue en una veloz supernova de rencor, culpabilidad y pretextos, llevándose entre las piernas a los anhelos de una población que, desgraciadamente, está dispuesta a creer en el siguiente líder carismático.

POST SCRIPTUM

El gobierno de Estados Unidos está dando un viraje en torno a la situación entre Israel y Hamás ante las cada vez más inocultables evidencias de que el gobierno de Benjamin Netanyahu ha cometido actos de terrorismo en los cuales la mayoría de los afectados son mujeres y niños palestinos.

Cada vez son más las naciones que le exigen a Israel detener su ofensiva, puesto que los muertos entre la población civil superan por mucho a los guerrilleros que, supuestamente, son el foco de las acciones bélicas.

Parecería que la administración de Joe Biden se está quedando acorralada entre la lealtad al gobierno de Israel y ya la injustificable barbarie, justo en un momento que le resulta muy difícil a cualquier gobernante, puesto que está trabajando en su reelección.

Escribe: Kimberly Armengol

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