El frente, con A mayúscula.
¿Frente amplio por México o Frente AMPLIO por México? Por supuesto, no se trata de un asunto de tipografía u ortografía, sino de garantizar la más nutrida participación de las diversas organizaciones de la sociedad civil en la toma de decisiones estratégicas del Frente Amplio.
¿Frente amplio por México o Frente AMPLIO por México? Por supuesto, no se trata de un asunto de tipografía u ortografía, sino de garantizar la más nutrida participación de las diversas organizaciones de la sociedad civil en la toma de decisiones estratégicas del Frente Amplio. Tampoco es un asunto de competencia entre sociedad civil y partidos políticos. Aunque ambas partes tengan reclamos por el contraste en los métodos que se utilizan al participar políticamente, en realidad el trabajo conjunto de partidos políticos y sociedad civil debe potenciar el efecto de cada uno.
De hecho, los partidos políticos no podrían cumplir sus obligaciones ante el INE si no contaran con estructuras jerárquicas y ciertos hábitos de disciplina partidaria. También tienen la obligación de seguir métodos democráticos internos y, de no ser así, los militantes cuentan con la herramienta de los Juicios para la Protección de los Derechos Político-Electorales de la Ciudadanía (jdc) que se interponen ante el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF). Los partidos políticos reciben fondos públicos y, por tanto, tienen que rendir cuentas ante sus órganos internos y ante el INE, so pena de recibir fuertes multas. Más determinante, tienen obligaciones que cumplir en periodo electoral. Quizá la más importante y difícil en una elección tan grande como la de 2024, sea la de presentar candidaturas competitivas en todos los puestos que se juegan, siguiendo además reglas estrictas para cumplir con la paridad y algunas nuevas ocurrencias deschavetadas como aquella de incluir candidatos “pobres”. También deben garantizar suficientes representantes de casillas, representantes de las principales candidaturas, etcétera. Se trata de cientos de miles de candidatos y candidatas, titulares y suplentes y representantes partidarios. Pueden no hacerlo, pero ponen en riesgo su presencia y peso políticos y, peor aún, su registro.
No podía ser mayor el contraste: muchas de las organizaciones de la sociedad civil buscan alejarse de las prácticas jerárquicas que ven en los partidos. Las organizaciones nuevas son más horizontales y repudian la disciplina ortodoxa partidaria. Las antiguas —como por ejemplo las organizaciones campesinas— siguen también patrones jerárquicos, aunque cuentan con una larga cultura de asamblea y debates. Pero lo determinante es que sus obligaciones son infinitamente menores que las de los partidos. O, más bien, no necesitan estar obligadas por la ley para comprometerse a participar política o electoralmente.
El fenómeno de los Xochilovers es un buen ejemplo de esta dinámica de participación política voluntaria: un torrente de iniciativas, a cuán más creativas, ha compensado con creces la falta de estructuras partidarias. Xochilovers e iniciativas de colectivos con causas de lo más diversas e importantes: para proteger el medio ambiente, para garantizar los derechos de las comunidades LGBTQ+, para contar con ciudades incluyentes, para potenciar el trabajo de las madres buscadoras, para proteger a mujeres y niñas de la violencia machista, para garantizar los derechos reproductivos de las mujeres, para defender a los animales de la crueldad, para proteger los derechos de los consumidores, para garantizar el acceso a la salud y la lista crece casi al infinito.
Estas organizaciones traen activistas, temas y frescura para lograr una sinergia con los partidos políticos. Pero, para ello, tienen que encontrar un espacio de participación en la toma de decisiones del Frente Amplio por México, que hasta ahora no lo hay o no con la suficiente amplitud. Y no me refiero al tema de las candidaturas, sino al de la estrategia. ¿Dónde tenemos que crecer tanto geográfica como demográficamente? ¿Cuáles son las etapas y las metas de la construcción del Frente Amplio?
La figura de Va por México resultó útil y competitiva para el 2021. Los partidos se coordinaron para encontrar distritos electorales que podían pasar a la oposición y lo lograron en 46, arrancándole a Morena la mayoría calificada en la Cámara de Diputados. Fue un trabajo estratégico, disciplinado y exitoso. Se pactó la coalición de candidaturas en 2,019 distritos. Es probable que ahora se requiera un número mayor. En la CDMX, más que la coordinación de partidos, la altísima participación electoral en varias alcaldías logró el triunfo para la oposición.
Las experiencias de los gobiernos populistas en Europa y América Latina, nos enseñan que una segunda oportunidad electoral a estos gobiernos generalmente se prolonga en décadas de opresión. Una vez que destruyen la división de Poderes y, en especial, el Poder Judicial, como lo han explicitado el Presidente y su candidata, las elecciones vienen a ser apenas una parodia para justificar la permanencia del partido mayoritario.
México merece que aprovechemos esta oportunidad para profundizar en la democracia y recuperar el rumbo. La A del frente Amplio nos incluye a todos: queremos participar, opinar y ganar.
Escribe: Cecilia Soto / Excélsior