Opinión

Elegir.

Estados Unidos ha logrado darle un respiro a su democracia. Nosotros haremos lo mismo, antes de las elecciones, empezando este domingo en las plazas públicas. El futuro se elige.

Los resultados de la elección en Estados Unidos fueron buenas noticias. Hay un perdedor claro, Donald Trump; ganadores parciales, Biden y DeSantis, y una participación notable de los jóvenes. Cada tema tiene implicaciones que conviene analizar.

Donald Trump, más allá de una historia de fraudes y abusos, y de una personalidad poco agradable, fue promotor de un ataque directo a las instituciones democráticas de Estados Unidos el 6 de enero de 2021, alrededor del mito de un fraude electoral con el que intentó controlar al Partido Republicano. Logró que ese cuento fuera aceptado por muchos, e incluso pudo colocar varios candidatos en puestos clave. El martes, los votantes rechazaron a buena parte de ellos, y eso parece haber liberado al partido de la dependencia que tenía de Trump. Incluso su gran aliado mediático, Rupert Murdoch, parece haberlo abandonado: tanto Fox News como New York Post criticaron acremente a Trump por la “ola roja” que nunca apareció.

La derrota de Trump es el triunfo de Ron DeSantis, gobernador de Florida, a quien Trump había insultado pocos días antes de la elección, en su tradicional estilo despectivo. Lo llamó algo así como “Ron el santurrón”, y muy pronto fue criticado por muchos republicanos que le insistieron en la necesidad de ir unidos a los comicios. DeSantis ganó con tranquilidad Florida, mientras los candidatos de Trump fracasaban en varios estados. En este momento, DeSantis se perfila como el potencial candidato del Partido Republicano para 2024, aunque sin duda falta mucho tiempo.

No puede menospreciarse el triunfo de Joe Biden. Un presidente avejentado, con una inflación creciente, con más de 10 puntos en el terreno negativo, logró evitar la “ola roja” y muy posiblemente mantenga el control del Senado y, si pierde la Cámara de Representantes, será por muy pocas curules. En lugar de ser un “pato cojo”, como suelen llamar a los presidentes sin control del Congreso en Estados Unidos, Biden se ha colocado en un gran lugar para gobernar los siguientes dos años, e incluso para competir en 2024, aunque su edad y estado de salud hacen dudoso esto último.

Finalmente, hay un voto copioso de los jóvenes (es decir, menores de 30 años) que fue muy a favor de los demócratas. Todo parece indicar que fue en respuesta a la decisión de la Suprema Corte de abandonar la directriz que favorecía la despenalización del aborto a nivel nacional, pero es algo que requiere más información para confirmarse. En cualquier caso, la movilización de los jóvenes es una noticia, porque no se trata de algo común, ni en Estados Unidos ni en ningún lado.

Además de este perdedor claro y ganadores parciales y de la dinámica demográfica, algo relevante es la consolidación de dos regiones diferentes. Sin duda hubo un avance notorio del Partido Republicano en Florida y Nueva York, por ejemplo, que les permitió ganar el primer estado y debilitar a su contrincante en el segundo, pero también hubo un avance (recuperación) de los demócratas en Arizona o Pensilvania. En el efecto total, a primera vista y faltando por contar varios distritos, hay dos regiones diferenciadas, que parecen reflejar dos poblaciones distintas: hombres blancos viejos, con poca educación, en zonas rurales o suburbios, frente a una población más diversa, con alto nivel educativo y de ingreso, en ciudades costeras. Es una división que data de 2008, pero que se va solidificando. En esa dimensión es que es relevante la dinámica de votos de los jóvenes, que vamos a tener que analizar con mucho detalle, para identificar las tendencias con las que, en los próximos años, se construirá el futuro.

Estados Unidos ha logrado darle un respiro a su democracia. Nosotros haremos lo mismo, antes de las elecciones, empezando este domingo en las plazas públicas. El futuro se elige.

Escribe: Macario Schettino / El Financiero

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