Opinión

Nuevo orden.

La crisis de seguridad, la fragmentación de los cárteles de la droga, la corrupción en las corporaciones policiacas y autoridades civiles, el menosprecio a los acuerdos políticos con los adversarios y el desdén a empresarios y sociedad civil organizada justificaron las nuevas tareas para los uniformados.

La promesa de campaña: regresar a las Fuerzas Armadas a los cuarteles en los primeros seis meses de gobierno.

El nuevo orden: Ejército y Marina tienen presupuestos millonarios, las obras emblemáticas del gobierno, empresas y tareas de seguridad, salud y bienestar. No están en sus cuarteles. Están en las calles y ocupan los espacios de la sociedad civil.

La crisis de seguridad, la fragmentación de los cárteles de la droga, la corrupción en las corporaciones policiacas y autoridades civiles, el menosprecio a los acuerdos políticos con los adversarios y el desdén a empresarios y sociedad civil organizada justificaron las nuevas tareas para los uniformados.

Felipe Calderón los sacó de sus cuarteles para enfrentar al crimen organizado. La Policía Federal de Genaro García Luna –detenido en Estados Unidos acusado de vínculos con el narcotráfico–, no funcionó, era corrupta e ineficiente. Enrique Peña Nieto pensó en la Gendarmería Nacional, pero fue un fracaso y Andrés Manuel López Obrador cambió de opinión. Hoy le apuesta a una Guardia Nacional “con carácter civil” bajo el mando militar.

En los últimos tres sexenios no se ha podido depurar, profesionalizar y dignificar la labor de las policías. Se necesita a las Fuerzas Armadas; pero, a cambio, obtuvieron obras y recursos públicos.

En esta administración se pidió al Ejército combatir el huachicol y custodiar las pipas que transportan combustible por todo el país, para evitar el robo y la ordeña; después se le encargó vigilar las fronteras norte y sur para frenar la migración, producto de un acuerdo con el expresidente de Estados Unidos, Donald Trump.

Le asignaron las obras emblemáticas de la 4T: construcción y operación del Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (con un presupuesto planteado para 2023 de 836 millones 230 mil 355 pesos), dos tramos del Tren Maya, construcción de las sucursales del Banco del Bienestar, así como 266 cuarteles de la Guardia Nacional; además de la remodelación de hospitales abandonados.

El Ejército ahora proyecta su propia aerolínea, en la que utilizará el avión presidencial y 10 aeronaves más que rentará.

¿Qué otras tareas desempeñan los militares? Aplican vacunas, se hacen cargo del programa Sembrando Vida, trasladan los recursos de los programas sociales, distribuyen fertilizantes, vacunas y hasta exámenes para residencias médicas. Además de las actividades acostumbradas como el Plan DN-III, quema de sembradíos de mariguana y amapola, desmantelamiento de narcolaboratorios, destrucción de armas, traslado y custodia de papelería electoral.

A la Secretaría de Marina, el jefe supremo de las Fuerzas Armadas le ordenó tomar el control administrativo de los puertos mercantes –lo que motivó la renuncia del entonces secretario de Comunicaciones y Transportes, Javier Jiménez–; administrar las aduanas y custodiar Dos Bocas, así como el proyecto del Istmo de Tehuantepec.

El Ejecutivo federal dispuso que la Marina constituya una empresa turística para administrar las Islas Marías y, el lunes pasado, le entregó el control migratorio en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México.

Bastó una frase desde Palacio Nacional para enterrar las acusaciones e informes de organismos internacionales de violación a los derechos humanos, vejaciones, abusos sexuales, nexos con el narcotráfico, desapariciones y ejecuciones extrajudiciales –incluido el caso de los jóvenes de Ayotzinapa–, cometidas por los militares:

“El soldado es pueblo uniformado y por eso nunca traicionará a su gente”.

En el nuevo orden, el poder militar obedece, opera y agradece. “Es justo y oportuno en este día, en el marco del 109 aniversario de la creación del Ejército mexicano, expresar nuestra lealtad y gratitud por la confianza depositada en los soldados de tierra y aire al asignarnos tareas trascendentales”, palabras pronunciadas por Luis Cresencio Sandoval, secretario de la Defensa Nacional, en febrero de este año.

Y cómo no, si en el Proyecto del Presupuesto de Egresos de la Federación para el próximo año se propone que la Sedena maneje recursos por más de 146 mil millones de pesos (111 mil 900 millones de presupuesto directo, más 34 mil 500 millones solicitados para la operación de la Guardia Nacional); y a la Marina, un incremento de poco más de 4 mil millones de pesos, para que su presupuesto quede en 41 mil 878 millones de pesos.

Con el poder y presupuesto que se les ha dado, no será fácil hacer que las Fuerzas Armadas vuelvan a sus cuarteles.

DM

El “pueblo uniformado” también ha puesto su cuota de muertos y también se ha quedado sin medicamentos, y sus helicópteros sin gasolina.

Escribe: Fabiola Guarneros Saavedra / Excélsior 

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