30 de abril, Día de la Niña y del Niño.
Pensar en regalos, me hace recordar mi infancia; es como transportarme en un viaje.
¿Qué sería realmente el mejor regalo?
Pensar en regalos, me hace recordar mi infancia; es como transportarme en un viaje al que muchas y muchos quisiéramos regresar y no porque hayan sido muy agradables todas nuestras vivencias, sino porque definitivamente fue una época única.
Crecí en una zona rural, mi madre solía darme permiso de salir a diario, después de hacer tareas, así que sólo pegaba un grito y decía ¡Ahorita vengo! Y pedaleaba en mi bici bajo los rayos del sol. La gente se conocía entre sí, podía dejar mi bicicleta fuera de casa de mis amigas y ahí permanecía. Jugábamos a las escondidas, nos sentarnos bajo enormes árboles de aguacates y nogales con frescas sombras, escuchando música en una grabadora que funcionaba con “pilas”. Tenía muy pocas preocupaciones en ese entonces, una era tener excelentes calificaciones y la otra era que no anocheciera andando en la calle, porque entonces todas las historias mitológicas y leyendas del pueblo empezaban a tomar vida, desde el jinete sin cabeza, hasta la llorona del río. Historias que el día de hoy me dan risa, pero en aquel momento me hacían pedalear con mucha fuerza.
Soy madre de una maravillosa niña llamada Victoria, con quien he podido comparar nuestras infancias, y por supuesto, hay una enorme diferencia.
Nuestras niñas, niños y adolescentes, a pesar de que están viviendo en una era digital, una vida más simple y mayores oportunidades, también están enfrentando una enorme complejidad por carencias y problemáticas heredadas, que ahora enfrentan, sintiéndose impotentes, también les tocó vivir la pandemia, que dejó a su paso, rezago educativo, problemas de salud mental y adicciones, incluidos los dispositivos electrónicos y videojuegos y por si fuera poco, viven el miedo a los riesgos a los que se enfrentan a diario en la localidad, de toparse con personas pedófilas, secuestradoras o de tratantes, porque cada día son más las amenazas de las que pueden ser víctimas en las calles, en internet, en la escuela, e inclusive en la casa o en las propias instituciones encargadas de brindarles protección.
Es común que las autoridades se preocupen para que en este día, no falten dulces, piñatas, juguetes, shows infantiles, pero nuestra niñez merece más que eso, merece que se vele por sus derechos, y que las preocupaciones que tengan, sean propias de la edad.
Este 30 de abril, vamos a darles los mejores regalos. ¿Qué sería realmente el mejor regalo? Qué tal si les regalamos, agua, sí agua; respirar aire limpio, un medio ambiente sano, salud mental, educación de calidad, una vida libre de violencia, acceso a la salud, tener identidad, brindarles protección, llenarlos de amor y ternura.
Estos serían regalos esenciales, si no les podemos dar una infancia como la que nos tocó vivir, brindarles lo básico sería maravilloso.
Las cifras de maltrato infantil en nuestro estado son alarmantes, vamos a trabajar para proteger a la niñez, en todas las áreas donde se desenvuelven, brindarles seguridad; de una manera integral, transversal e interseccional.
¡Que sean siempre prioridad!
Nuestro Estado se debe distinguir por el respeto, cuidado y protección a la infancia, privilegiando siempre el interés superior de la niñez.
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